Es necesario recorrer un camino laberíntico en la zona de El Cadillal para llegar al lugar donde supuestamente se realizaba la fiesta en la que murió Paulina Lebbos, hace siete años. Un testigo le señaló ese lugar al fiscal Diego López Ávila, a quien le informó que Paulina murió en una casa, que los participantes del festejo escondieron su cuerpo en un freezer y que varios días después arrojaron el cadáver en la ruta 341.
En el sitio preciso donde -según el testigo- estaba ubicada esa casa sólo hay un cartel que indica que allí funciona un camping. Lo rodean varias cabañas y una vivienda precaria, donde aparentemente viven los encargados del lugar. Sólo con indicaciones precisas se puede acceder a ese camping. Desde la rotonda del ingreso a El Cadillal, hay que doblar a la izquierda y transitar dos kilómetros por una calle de tierra, conocida como el camino del Perilago. Donde se levanta un cartel con la leyenda "Asociación Villa del Lago" hay que girar a la derecha y recorrer otro kilómetro más hasta que comiencen a asomarse los paneles solares ubicados en los techos de las cabañas. Hacia el fondo, se observa el agua del lago, apenas visible por la frondosidad de los árboles.
LA GACETA viajó hasta allí, pero la guardia permanente de una gendarme le impidió el paso. "No pueden pasar ni estar acá, hay orden del juez Federal", advirtió la mujer con firmeza desde la entrada al campamento. Detrás de su uniforme verde, todo parecía normal. Una joven estaba parada afuera de una casa, varios metros más adelante se observaba a cuatro hombres conversando a la orilla del lago y un perro correteaba a un gato en medio de una calma que parecía propia del lugar. Si allí existió una casa donde se realizó una fiesta de las características descriptas por el misterioso testigo, ninguna huella de ello consiguió sobrevivir.